domingo, 30 de marzo de 2014

Never such innocence again (Philip Larkin)




 Mañana me marcho a Cádiz, invitada por la Asociación Cultural Universitaria Ubi Sunt? para dar la conferencia inagural de su XV Congreso Multidisciplinar, que este año tiene por título "Literatura e Historia". He vuelto a sumergirme en la Primera Guerra Mundial para hablar de cómo la contienda influyó en la evolución personal y en la creación literaria de J.R.R. Tolkien, y se ve que ando lejos de endurecerme con la edad porque volver a leer algunos textos que ya conocía me ha dejado rota.Cuando terminé mi licenciatura, me dediqué a escribir mi tesis doctoral sobre The Lord of the Rings; cuando Tolkien terminó la suya, le tocó experimentar los horrores de la guerra. Indudablemente, mis twenties fueron más afortunados que los suyos. 


Cabe preguntarse qué color habría tenido la producción literaria de J.R.R. Tolkien si hubiera sido tan afortunado como yo y le hubiese tocado vivir una juventud en paz, pero creo que ese tipo de preguntas no nos llevan a ninguna parte. Al fin y al cabo, como ya le dijo Gandalf a Frodo, no nos corresponde a nosotros decidir qué época nos toca vivir, sólo nos queda decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado. Tolkien perdió a todos excepto a uno de sus amigos de infancia en la guerra, ninguno de ellos llegó al cuarto de siglo; tantas vidas jóvenes segadas en medio de tanto horror supone una pérdida para la humanidad entera pero, desgraciadamente, cuando falta poco para que se cumple el primer centenario del comienzo de la guerra que se suponía iba a terminar con todas las guerras, pareciera que la pérdida está perfectamente asumida. Philip Larkin expresó muy bien lo que se rompió en 1914: "Never such innocence again".

Encontré una reproducción de un póster de la Primera Guerra Mundial que solicitaba libros para los soldados que estaban en el frente y recorté la imagen para utilizarla como base de lapresentación de diapositivas que voy a utilizar para la conferencia, con la esperanza de que alguna vez la pluma sea más fuerte que la espada o, en este caso, los libros más fuertes que la bayoneta. Reproduzco la imagen aquí, con el poema MCXIV, de Larkin. Si os fijáis bien, la pila de libros supera en altura la de la bayoneta. No volveremos a recuperar esa inocencia, pero, si bien no tengo mucha esperanza en la especie humana, no quiero perderla del todo. Que la historia y la literatura nos ayuden a no olvidar.