miércoles, 11 de mayo de 2016

Mi Natichurri, Natilinda

Johnny con Nati. Nochebuena de 2013. Llevaba 4 días en casa.

Otra vez escribo con el corazón roto y los ojos llenos de lágrimas, desde la misma mesa donde le he estado haciendo las curas a mi Nati durante casi tres semanas. Y me cuesta ver la pantalla, pero quiero hacerle su homenaje, porque se me ha ido. A pesar de todo, han sido tres semanas de un amor inmenso, de ilusión viendo como mejoraba, de tristeza por verla aislada de sus compis y deseando que mejorara para devolverla con Chuli, Trisky y Blue(sky). El domingo estuvo rara, pero mejoró y el lunes pensé que me la podía llevar a casa. Las patitas habían empeorado y no pudo ser. Zapatitos para los clavos: primero - bromeé - unos Jimmy Choo, después unos Manolo Blahnik. Todo iba bien, estaba mejorando, más activa. Iba a rallarle zanahoria cruda. He subido ilusionada para ver cómo estaba, esperando econtrarla como la dejé esta mañana, con su cabecilla asustada, intentando andar con sus zapatuelos. No he visto la cabeza, sólo he visto su cola. Y lo he sabido todo.
Han sido tres semanas extrañas, Nati. Semanas de cuidado, de muchísimo amor, pero también de un sentimiento de culpa atroz que siempre me persigue cuando pienso que tendría que haber visto, que tendría que haber actuado antes. Puede que al final te haya llevado el estrés de tener que visitar al vete cada día para los pinchazos y las curas. No sé qué habrá sido, pero tu tiempo aquí conmigo ha sido muy corto, ni siquiera dos años y medio. Pero ¡ay! ¡cómo te he llegado a querer! ¡cuánto te quiero, Natichurri! Queda el amor; siempre, siempre queda el amor, junto a este dolor que me ahoga.
Todo lo que me rodea me habla de ti y me hace añicos: las vitaminas, el cuentagotas, el mijo, los granos que salpican todos los lugares donde hemos ido poniendo tu jaulita de convalecencia. Y me dicen que ya no estás, y que te has ido en un espacio pequeño y no en tu fantástica jaula-mansión.
Siento haberte tenido que enterrar con tus zapatitos. Imposible quitártelos sin pensar que podía romperte alguna patita. Espero que no te importe que te haya puesto con Misi (y el gato pastará con la periquita) seguro que estás bien con ese pequeñito laurel de Daphne que he sacado de su tiestecito para ponerlo a tu lado.
Vuela libre, Nati. Saluda a Johnny, que se fue hace poco más de un año, y a los demás, aunque no compartieras espacio con ellos.
Hasta que nos volvamos a encontrar. Te quiero.